
A veces solo nos damos la tarea de entrar al laberinto solo por curiosidad, con la ilusión de encontrar algo nuevo que nos haga experimentar sensaciones diferentes.
La curiosidad humana y la necesidad de experimentación es algo interesante y fascinante. El hombre aprende de verdad y a conciencia cuando entra en contacto carnal y espiritual con su medio y es mediante la experimentación e interacción con ese entorno que realmente llega al conocimiento.
Muchas veces ya me he visto involucrado en situaciones donde mi contribución podrían haber llegado a solucionar una serie de problemas, o por lo menos ablandarlos un poco. Pero no hay duda de que la mayoría de nosotros preferimos aprender por nosotros mismos, lo que algunos llaman "por las malas". Yo prefiero aprender por las malas, pero aprendo rápido y progreso con ello.
Otros tal vez quieren que los demás vivan sus vida por ellos mientras que otros no dejan a nadie vivir su vida pero no viven la propia tampoco. Otros esperan una señal divina para hacer algo con sus vidas, mientras que otros tantos no entienden las señales que se les aparecen.
Al fin y al cabo cada uno vive su vida de la manera que lo hace porque así lo quiere. Son los diferentes caminos a tomar los que hacen que el final tenga sentido, porque es el recorrido donde se aprende y donde se valora.
La vida es un aprendizaje, es un saber, es un experimentar, es una sensación, es un laberinto diferente para todos, pero que lleva al mismo sitio.